Consejos dedicados a la juventud, Robert Schumann. Parte I
- Raquel García
- 17 mar
- 2 Min. de lectura
La educación del oído es lo más importante. Procurad discernir cada tono y cada tonalidad desde el principio. Analizad toda clase de sonidos: el que produce la campana, el cristal, el cuclillo, etc.
Repetid con frecuencia las escalas y demás ejercicios, pero esto solamente no basta. Hay muchas personas que creen alcanzar el colmo de la perfección de esta manera, y pasan largas horas todos los días, hasta llegar a la edad madura, haciendo ejercicios puramente mecánicos. Lo cual viene a ser como recitar diariamente el A, B, C, para pronunciarlo más deprisa cada vez.
Se han inventado teclados mudos: ensayad en ellos por algún tiempo y os convenceréis de su inutilidad. Los mudos nunca nos enseñarán a hablar.
¡Tocad a compás! Le ejecución de muchos concertistas se parece mucho al andar de un beodo. No sigáis jamás semejantes modelos.
Aprended lo antes posible las leyes fundamentales de la armonía.
Que no os atemoricen las palabras "teoría", "armonía", "contrapunto", etc. Ellas os sonreirán si vosotros hacéis lo mismo.
Guardaos bien de tocar sin ton ni son. Ejecutad siempre con alma y evitad toda detención a la mitad de una pieza.
Retardar el compás o apresurarlo son faltas igualmente censurables.
Procurad tocar bien y con expresión las piezas fáciles; esto vale mucho más que ejecutar medianamente las composiciones difíciles.
Tened cuidado de que vuestro piano esté siempre bien afinado.
No basta con que podáis tocar vuestro repertorio, sino que también es preciso que seáis aptos para solfearlo sin piano; que esté cultivado en vuestra imaginación hasta el punto de retener tan bien la armonía de una melodía como la melodía misma.
Procurad, aún sin estar dotados de buena voz, cantar a primera vista sin la ayuda del piano, pues así se irá perfeccionando gradualmente vuestro oído musical. Pero, si realmente tenéis buena voz, no dudéis un momento en cultivarla, considerándola como el don más precioso que os ha concedido el cielo.
Es preciso que lleguéis a leer y componer música solamente con la vista.
No debéis pensar quién os escucha cuando tocáis.
Tocad siempre como si estuvieseis en la presencia de un maestro.
Cuando os presenten alguna composición para hacérosla tocar a primera vista, no dejéis de recorrerla con los ojos en toda su extensión antes de empezarla.
Cuando hayáis terminado vuestros ejercicios diarios, no continuéis estudiando si os sentís fatigados. Es preferible descansar a trabajar sin gusto y con la cabeza turbada.
Cuando lleguéis a una edad avanzada, no os preocupéis por las novedades. El tiempo es precioso, y necesitaríamos al menos cien vidas solo para conocer todo lo bueno.
Criando a los niños con dulces nunca obtendremos hombres sanos. La alimentación espiritual debe ser tan sencilla y sustancial como la del cuerpo. Los profesores tienen el deber de proporcionarnos abundantemente la primera, y la otra no la debemos desear.
Las composiciones de mecanismo difícil envejecen pronto. La bravura solo tiene verdadero valor cuando está al servicio de una idea.







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